De postulados un tanto nebulosos en un partido populista y clientelista donde la personalidad de los caudillos importaba, con mucho, más que un ideario o un programa nítidos, el MRC estaba identificada como la familia más conservadora y retardataria del coloradismo, valedora de la retórica tradicional y reacia a las reformas que fueran contra el modelo de economía estatista y regulada. Macchi, pese a haber expresado su fidelidad a Stroessner aun después del derrocamiento del dictador, pasaba por un dirigente moderado, escorado al centro y sobrio en sus manifestaciones públicas . La decisión de Cubas de indultar a Oviedo inmediatamente después de asumir el 15 de agosto de 1998 provocó una crisis política extraordinariamente grave al plantear su frontal oposición a la medida tanto los partidos de la oposición como el bloque argañista, el cual, con el apoyo de Macchi desde la Cámara de Senadores, impulsó un proceso de destitución del presidente por la Cámara alta. Pero el 23 de marzo de 1999 Argaña fue acribillado a tiros en Asunción en un atentado que se atribuyó a pistoleros progubernamentales y los acontecimientos tomaron un cariz explosivo. El 28 de marzo, al cabo de masivas protestas callejeras en la capital del país exigiendo la renuncia de Cubas y la detención de Oviedo, y del asesinato de nueve manifestantes por paramilitares presuntamente oviedistas emboscados en las azoteas, el presidente se vio forzado a dimitir y acto seguido Macchi prestó juramento en el Congreso como presidente constitucional, en una ceremonia cargada de emotividad y que fue jubilosamente seguida por la población, que interpretaba lo sucedido como una suerte de segunda revolución democrática en el país. En su primera rueda de prensa, Macchi, resuelto a mantenerse en el puesto hasta completar el mandato de Cubas en agosto de 2003 (lo que fue confirmado por la Corte Suprema de Justicia el 24 de abril), declaró que iba a acabar con la impunidad de los corruptos, a desterrar el crimen de la vida política y a asegurar el cumplimiento de la sentencia de prisión impuesta al recalcitrante general. Apuntando a esas promesas, no tardaron en anunciarse la captura de los sospechosos de causar la matanza los manifestantes del 26 de marzo y una purga de funcionarios leales a Cubas, incluido su hermano Carlos, último ministro del Interior. Contra Oviedo, escapado a Argentina, se lanzó una orden de extradición para su retorno a prisión. En marzo, el presidente, acompañado por miembros de su familia, fue abucheado y apedreado en Asunción cuanto intentó apaciguar a 10.000 manifestantes convocados por organizaciones cívicas que exigían el final de la corrupción en el Gobierno, el impulso a la reforma agraria y una política económica firmemente comprometida con la dotación de oportunidades de trabajo, la creación de prosperidad y la mejora de las condiciones de vida. Tras los sucesos de mayo se instaló la opinión mayoritaria, plenamente corroborada poco después, de que la detención de Oviedo iba a ser sólo un respiro temporal para Macchi, quien para entonces gozaba, según los sondeos de opinión, de un índice de aceptación popular apenas por encima del 10%, pudiéndose hablar ya de presidencia fracasada al año escaso de haberse iniciado. Las expresiones de incompetencia, desorientación, falta de liderazgo, autismo político y, finalmente, venalidad, empezaron a diluviar sobre Macchi mientras el país experimentaba un imparable deterioro en sus condiciones sociales y económicas. Con acritud, sus detractores le reconocían a Macchi ser perito únicamente en sofocar incendios y postergar problemas.Los últimos meses de la presidencia de Macchi transcurrieron sin nuevas agitaciones políticas dignas de mención. En el terreno internacional, el mandatario saliente acogió en Asunción la XXIV Cumbre del Mercosur el 18 de junio. El 15 de agosto Macchi entregó los atributos del poder a Duarte a través del titular del Congreso, Carlos Mateo Balmelli, y pronunció un discurso de despedida en el que reconoció que su gobierno no había tenido "los resultados deseados en la lucha contra la corrupción, en el objetivo de elevar el crecimiento económico, en la solución óptima de los problemas sociales y en la reactivación económica del sector industrial", si bien reivindicó haber recibido un país "un grave y dramática crisis política" para entregarlo "pacificado y con todas las instituciones funcionando". Al ahora ex presidente se le presenta un futuro personal incierto, pues en vísperas de su salida del poder la Justicia volvió a rendirle cuentas. El 13 de agosto una fiscal del Estado le imputó nuevamente en el caso del pago irregular al notario Jorge Fernández Zaván por la transacción de Copaco. Al día siguiente, en respuesta a la petición del Ministerio Fiscal, el juez Hugo Sosa Pasmor prohibió a Macchi abandonar el país en el marco del otro proceso que tenía abierto, el del presunto fraude en la transferencia de fondos de los bancos Unión y Oriental al Citibank, al hallar en su actuación indicios de los delitos de "lesión de confianza y asociación criminal". Antes de conocer estas graves acusaciones, Macchi había declarado su intención de trasladarse a Miami nada más dejar la Presidencia para "tener una segunda luna de miel" con su esposa.
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