miércoles, 30 de enero de 2013

El incendio en la disco Kiss de Brasil y los crímenes del capitalismo

Otra vez
El incendio en la disco Kiss de Brasil y los crímenes del capitalismo

Razón y revolución


Lamentablemente, a los argentinos poco nos sorprende lo sucedido en la discoteca Kiss de Brasil, en donde más de 230 personas murieron a causa de un incendio. Tenemos una larga experiencia en “tragedias” y “catástrofes”: algunas pasmosamente idénticas a ésta, como Kheyvis y Cromañón. Otras bastante parecidas, como LAPA o el tren de la estación Once.

Como dijimos en Culpable, nuestro libro sobre el incendio en Cromañón, era solo cuestión de tiempo para que este hecho volviera a repetirse, en cualquier lugar del mundo. Es que, más allá de las responsabilidades individuales, existe una lógica del sistema que causa periódicamente este tipo de hechos.

Como en Cromañón, la disco Kiss también tenía materiales inflamables que propagaron rápidamente el incendio y generaron el humo tóxico que causó la mayoría de las muertes, salidas de emergencia insuficientes que dificultaron la evacuación y una habilitación vencida. Muchos se detienen en quienes accionaron la pirotecnia que inició el foco, pero ese no es el eje del problema. Porque el incendio podría haberse iniciado de cualquier otra manera, y hubiera pasado lo mismo. Sin materiales inflamables y con los medios de salida adecuados, el local podría haberse evacuado sin víctimas.

El problema es, como en Cromañón, que los empresarios no invierten en mejorar la seguridad de los locales, porque de esa forma incrementan su ganancia. El problema es, como en Cromañón, que el Estado que debería controlar las condiciones en que funciona este tipo de locales, deja hacer. Es el sistema capitalista, en donde las ganancias de la burguesía son más importantes que la seguridad de usuarios y trabajadores; y donde el Estado no vela por la vida de todos nosotros, sino por la rentabilidad empresaria, el verdadero problema.

Por eso no es una tragedia, es un crimen social. Un crimen producido por la lógica del sistema, que encarna en responsables con nombre y apellido a los que hay que denunciar: el gobierno local y los dueños del boliche. Pero también hay que denunciar al resto de la burguesía y de los gobernantes, porque seguramente no es Kiss el único local comercial que funciona en pésimas condiciones de seguridad.

Por eso, además de exigir el juicio a los responsables directos, debemos exigir un amplio operativo, con control popular, para detectar y clausurar cada negocio en que no esté garantizada la seguridad de las personas. Cada boliche, cada fábrica, cada shopping que por ahorrar unos pesos ponga el riesgo nuestras vidas. Es imperioso poner un límite a la voracidad del capital y no dejar de tener presente que es este sistema el que causa las muertes, y que estos crímenes se seguirán repitiendo mientras siga operando la lógica del capital.
 

miércoles, 2 de enero de 2013

La izquierda contra la historia


Paraguay
La izquierda contra la historia



Durante los cuatro años del gobierno de Fernando Lugo, el congreso sistemáticamente se encargó de impedir los cambios impulsados desde el ejecutivo, y en todo ese tiempo, la izquierda se lamentó sistemáticamente por tener un congreso de derecha. Los nulos avances en la reforma agraria, reforma tributaria, salud y educación, fueron responsabilidad del parlamento y no de Lugo, según la izquierda.En esos cuatro años, los referentes de izquierda, proclamaban constantemente que en las elecciones del 2013 habría que elegir unitariamente a legisladores socialistas para disputar a la derecha el espacio parlamentario. Pero hoy, solo a unos meses de las elecciones, la izquierda está haciendo exactamente todo lo contrario, y Lugo, que sufrió en carne propia esta realidad, es el que menos voluntad ha puesto para cumplir ese postulado.
La indignación por el golpe parlamentario sigue recorriendo el país. La gente común se siente estafada por los sucesos de junio pasado, incluido los afiliados de los partidos tradicionales. En las últimas internas del partido colorado, 30.000 electores estamparon el lema “golpistas” en las papeletas de votación como expresión de su indignación y rechazo. En el partido liberal fueron muchos más, 50.000 indignados electores hicieron lo mismo. Los miles de indignados son potenciales votos, pero los partidos de izquierda están más preocupados en descubrir las diferencias que los separan, antes que encontrar las coincidencias que puedan llevar al cambio, en un país consumido por 150 años de dominación bipartidista.
La izquierda, que está dividida en tres frentes (Avanza país, Frente Guazú y Kuña Pyrenda) en su conjunto concentra alrededor del 15% de la intención de votos, con tendencia a crecer si logra construir la unidad del campo popular. Fernando Lugo tendría que ser el artífice de esta unidad, pero él, que pretende asegurase una banca parlamentaria, se aísla y se atrinchera en el Frente Guazú, que lo postula como candidato a primer senador. Con esta actitud, antes que unidad, sólo está contribuyendo a la desarticulación del campo popular.
Más que nunca, la gente anhela profundizar el cambio iniciado en el 2008, con el triunfo de Lugo, y abortado con el golpe de junio del 2012. La coyuntura internacional y la situación interna como nunca son favorables, pero el egoísmo obnubila al luguismo, que ve a los otros sectores de izquierda como los enemigos que pretenden disputarle su espacio, y no se acuerdan que el espacio por el que hay que luchar es del congreso.
Si la derecha hizo enormes esfuerzos para impedir la consolidación del gobierno luguista, hoy la izquierda luguista está haciendo iguales esfuerzos para que la derecha retome el poder. Lugo cumplió la tarea histórica de derrotar al partido colorado, tras 61 años hegemónicos, pero hoy se está convirtiendo en el mayor cómplice de su regreso al poder.
Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.